martes, 15 de junio de 2010

Suave Canesú 10




Retomo estas notas meses después para contarles que mi vida es lamentable. Y no es que a alguien en particular le importe lo que me pasa porque después de todo un diario íntimo no es como publicar tu vida en internet. Y aunque quisiera, no tengo computadora. La laptop fue una de las cosas que me quedaron en la casa de Snob. No soy tan estúpida como para no reclamarla, pero cada vez que le toqué el timbre o llamé por teléfono me atiende una persona distinta. Es como si en ese departamento todos complotaran para no devolverme mis cosas. Puede parecer paranoico pero es muchaaa casualidad que cada vez que voy pescó a un inquilino distinto. La última vez vivía una vieja que por el portero me grito que iba a llamar a la policía. Con el anterior tuve más suerte. Resultó ser un extranjero bastante bonito que después de varios timbrazos y un par de llamadas me dejó subir. El tarado me indicaba dónde estaba el baño y cuál era la canilla de agua caliente. Me cansé de decirle que yo había vivido ahí con mi ex. Si no hubiera cambiado la cerradura habría investigado más. Seguro que mis cosas estaban metidas en algún placard y hasta puede que ese alemancito sea un chorro. Sucede todo el tiempo con los extranjeros y no solamente con los peruanos. Después de un tiempo, igual, me olvidé de la computadora, de la ropa, de mis libros y todas las cosas que había dejado ahí. Me cuesta retomar el diario porque por momentos tengo la sensación que me están leyendo a escondidas y que todos se cagan de risa. Mi psicóloga sostiene que forma parte de mi manía persecutoria y que me hace bien escribir. Y también asegura que la única que está leyendo mis cosas, es ella. Lo que pienso es que cualquier persona puede dedicarse a más de una profesión y yo no sé lo que hace la mina después de las sesiones. Es obvio que algo hace con todo lo que le doy, además de “trabajar en mi cura”, yo no me chupo el dedo. A esta altura, la verdad, sigo yendo para verle la hilacha. Cada vez estoy más convencida que detrás de esta pantomima hay montado un negocio. Es algo que estoy investigando también. No hay crimen perfecto y Snob dejó rastros por todos lados. En un momento pensé en contratar a alguien para hacer el laburo sucio, pero ando sin un mango y por ahora me las arreglo bastante bien. No soy Sherlock Holmes pero puedo distinguir a un tipo disfrazado en la calle. Era de no creer. La primera vez que lo vi camuflado fue en el subte. Le clavé la mirada para que se hiciera cargo y él no paró de ignorarme. Creo que lo hice sentir incómodo porque se bajó empujando gente, de mal humor y apurado. Decía “permiso, permiso” mientras se abría paso y ahí, la cagó. Con la barba pegada y las gafas negras podía disimular, pero la voz no tiene maquillaje. No sé porqué quiere evitarme si es obvio que lo nuestro terminó. Yo puedo entender que para ponerle final a una relación lo mejor es alejarse y pasar a otro tema, pero tampoco dejar de saludarse y actuar como perfectos desconocidos. Últimamente, trato de poner la mente en blanco pero veo todo rosa clarito. A veces me esfuerzo tanto que se me revuelven las tripas. No puedo hacer como si el pasado no estuviera ahí. Ni siquiera cambiarme el nombre o mudarme varias veces me sirvió de algo. Hasta se me pasó por la cabeza hacerme una cirugía estética. Tengo miedo de quedar como una mezcla de Michael Jackson y Zulema Yoma o peor: Zulma Lobato y Ricardo Fort. Por ahí solamente me hago unos retoques y me pongo las tetas. Estuve averiguando y conviene hacértelas en Brasil. De paso, te haces una escapada. Lo estoy planeando para el verano así mato dos pájaros de un tiro. El último chongo con el que estuve me decía que no las necesito, que estoy bárbara así. Pero yo me doy cuenta que no tengo veinte años y que cada vez tengo más competencia. La experiencia me la meto en el culo: vos dame diez años menos y te regalo mi sabiduría. Fabrizio me dice que estoy metida en un círculo negativo. Puede ser. Quizás por eso estoy conviviendo con él que es un completo idiota. Sólo a mí se me ocurrió adoptar de novio a un modelo de “Llame ya”. Me lo levanté así, por televisión y en vivo, un martes a las tres de la mañana. Quedamos en línea privada y nos vimos al día siguiente. Debí prever que el muy imbécil me iba a caer con el Slender Shaper. Eso no me molestó tanto como que insistiera para que me lo pruebe. No estuvo bueno cenar en mi primera cita con el masajeador abdominal puesto y Fabrizio diciéndome: “¡Come sin culpa, dale!. Que te deja todo durito.”. Se pasó de la raya cuando me pidió que me lo ponga para endurecer “las lonjas flácidas que tenés bajo la axila”. Pero fue cuestión de acostumbrarse al primer mal trago y verle la ventaja. En casa tengo el Celluless (masajeador de celulitis), el Ez Trim (para quitar el vello de los lugares difíciles), la Pulsera Supreme (generadora de energía positiva); dos Tanagras - en blanco y en negro -(para modelar la cintura sin apretar), varios tubos de Vigel (para incrementar el placer sexual y la excitación), un Outhfull Essence (equipo personal portátil de microdermoabrasion) y otras pelotudeces más como un plumero giratorio, una manguera plana y un aerosol que desintegra la mierda de perro. No tengo perro por ahora. Pero estoy en tratativa de comprarme un Fox Terrier. Ya lo señé en la veterinaria. Lo que pasa es que cuesta tan caro que voy dejando cien por mes....y así no me lo van a dar nunca. La mina me aconseja llevarme un gato pero soy alérgica. Y no me gustan los animales encerrados en departamento. El perro es otra cosa, no sufre. Y de última, me importa un carajo. Igual, estamos pensando en mudarnos al campo. Fabrizio quiere independizarse y dice que a la gente del interior se le vende cualquier cosa. Es un comerciante nato. Hasta me convenció a mí que tenía que invertir en la empresa. Todavía no recuperé nada, pero espero ver un mango en algún momento porque en dos meses me quedo en la calle.

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