miércoles, 8 de diciembre de 2010

Fin (hasta el próximo folletín)





Se podría decir que no lo extraño. No se puede extrañar lo que nunca se tuvo. Los primeros meses fue jodido y casi no pude dormir. Lo hice al estilo clásico: puñalada y bolsa de consorcio. Hubo que cortar algunos cachos porque las más grandes miden 90 x 110. La ventaja es que el polietileno es resistente y no vas chorreando líquido por las escaleras. Eso sí, tuve que hacer varios viajes y después limpiar bien el departamento que quedó hecho una mugre. Lo que pude, lo tiré por el inodoro. Lo blando más que nada, porque después se tapa y es un lío bárbaro. Ya nos había pasado con Snob, cuando tuvimos que tirar los gatitos y nos la pasamos varios días viendo flotar a un par de fetos entre la mierda. No tuvimos invitados a cenar por un tiempo y hasta hicimos una dieta especial para evitar llamar al plomero. Lo peor es que la gata nunca nos perdonó. Como acto de venganza desde ese día se encargó de mearnos la tapa del inodoro. Como decía, matar no es fácil pero tampoco un acto que requiera de ingenio y capacidad. Como en la cuadra está lleno de cartoneros y perros, tuve que dejar las bolsas en la costanera. Flotaron un rato, pero al final se hundieron. Como la mierda. ¿O era al revés? Bueno, no importa. La cosa es que pude sola: sin contratar un vicario ni conseguir un cómplice. Nada más lejos que la fórmula del crimen perfecto o una estrategia homicida. Lo tuve que hacer y punto. Eso no me convierte en una asesina serial ni mucho menos. Tampoco le tomé “el gustito” ni me siento una hija de puta. Y también hice mi duelo, claro. Tuve una etapa en la que fui adicta al  alplax y al lemoncello. Y después a la merca, a la asfixia erótica y al trivial online. Ahora estoy en mi mejor momento: dejando el cigarrillo y haciendo pilates. No voy a la iglesia los domingos, pero empecé terapia. A veces me acuerdo de él y me río sola. Aprendí mucho pero era hora de tener mi propia personalidad. Si hasta llegué a pensar que todo estaba en mi mente. Eso me pasa todavía, pero enseguida veo su ropa colgada y sus discos de pasta. Los libros que nunca leí y sus notas en la computadora. A mí nunca me gustó escribir y mucho menos mantener un blog. Si sos escritor dedicate a publicar libros, ganar premios literarios y estar en la pluma de los críticos. Pobre Snob que creyó en Internet. Ahora nadie se acuerda de él. Eso me viene bien para no despertar sospechas. De vez en cuando tengo que contestar algún correo y revisar sus cuentas. Postear alguna boludez, nada que me quite el sueño. Su clave la tengo desde que le armé el sitio y como es tan nabo y confiado nunca la modificó: “suave canesú”. Si hasta en eso Snob era un putazo total. Igual lo extraño, ojo. Es normal estar angustiada. Tampoco soy de piedra. Aguanto mientras vienen los tragos y acepto los besos pero no participo. Seguramente no me quede mucho tiempo. El tipo tiene una remera con John Lennon. No tengo más que agregar.