lunes, 3 de mayo de 2010

Ese suave canesú. 4




Se dice que es bueno que el enemigo subestime las fuerzas del adversario. Así que me mantengo callada, en la sombra y silbando bajito. La semana arrancó bastante bien pero hacia el jueves se empezó a pudrir todo, nuevamente. ¡Es que él es tan obstinado! No le alcanza con ser hipócrita, frívolo, hedonista y caprichoso. Además de todo eso, tiene que cagarme la vida. Ahora anda diciéndome que Facebook es promiscuo, que soy una loser si sigo conectada, que se va a dar de baja y no sé qué otra pavada. Cuando se pone tan superficial y presuntuoso, no lo tolero. Si me habla me paso un disco imaginario en la cabeza (en general "Ziggy Stardust and The Spiders From Mars" o "Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band") y así evito tener que escuchar su monólogo. Veo su boca moverse y lo veo como en una película muda: sentado ahí, en el sillón de siempre, cruzado de piernas con su chaleco a rombos amarillo y verde, sus zapatillas Adidas, su pantaloncito marrón caqui, pinzado, ese que compró a ciento cincuenta dólares en San Telmo, pero como cree: “vale la pena el precio porque hace buena cola” y tiene “una onda grunge, con un toque de bohemian dress y estilo freak” (sic). Cuando se pone así de cancherito, me mira con aire de superioridad, bebe a sorbitos su té verde helado y habla, habla y habla, sin parar, girando el piecito de lado a lado y tosiendo de vez en cuando, discretamente, como si estuviera pidiendo disculpas. Hoy, como siempre, no lo miro. Estoy concentrada en ver cómo en mi lámpara de lava se arman y disuelven las burbujitas verdes. Sólo escucho palabras sueltas, así como al pasar, las voy pescando sin contextos, están vacías: “Alban Berg; el agua tónica; la biografía de John Belushi, por Bob Woodward; las almendras; Bowie; Conquista de lo inútil, de Werner Herzog; los nigiris de salmón; Doktor Faustus; el caracú; Carson McCullers; el olor a nieve; David Cronenberg; comprar discos; el tradicionalismo de Rodin; las papas estrelladas; Courbet; dormir con medias; Polanski; el volumen de la televisión en Argentina, Daniel Clowes; The Smiths; la fotografía de Grete Stern; la revista Idilio; Houellebecq; las actrices porno (muertas); Madonna (muerta); las mollejas con limón; Paul Strand; los paisajes de Turner; León Ferrari; Martiniano Molina; las raíces negras de las mujeres teñidas; las negras; Francis Bacon; la obra de Robbe-Grillet, los cigarrillos Gitanes; Racine; la canela; Cage; Fernando Peña; Harvey Pekar; los desnudos cuidados; César Aira; la polenta con queso; Bob Dylan”. Al cabo de dos horas y pico, la boca se quedó quieta. Me imaginé entonces que me podía levantar. Respiré hondo, lo miré fijo y sin disimular mi fastidio, le pregunté: “¿Ya terminaste?”. Apenas asintió con la cabeza y tiró la colilla del cigarrillo en el piso, a propósito, el muy idiota. Me echó una mirada rara, como si me tuviera bronca. Me tiene bronca. Pero yo le tengo más. Así que estamos a mano. Me levanté y me dirigí a la puerta. Mientras me ponía el saco, agarraba la cartera, revisé tener lo imprescindible: la billetera, el celular, los puchos, los forros) comencé a escuchar música de fondo. El Sr Snob había puesto un disco, pude distinguir que era “La Sonata para piano” de Alban Berg por Glenn Gould. Que me aburra y que me tenga harta, no significa que me vuelva una ignorante. Pero tampoco es cosa que me taladre el cerebro todo el día. Ya se debería dar cuenta. Además, hace como dos semanas que no cojemos. Por eso armé una cita con Rubén, lo tengo último en la lista, pero esta semana no había nadie disponible. Para mí que los tipos se empiezan a dar cuenta que nada es en serio y se borran antes de enamorarse. O por ahí, no les gusto lo suficiente y por eso inventan excusas. Lo que sea, por lo menos, esta semana la tengo cubierta. Rubén no es de lo mejor, pero me hace reír bastante y siempre me acompaña al taxi. Esta vez no va ser la excepción, y ya sé que me voy a volver pensando en él. Y casi seguro lo voy a encontrar dormido en el sillón, con el disco girando indefinidamente, la boca abierta, roncando, y con las piernitas cruzadas en ese gesto tan tierno y ridículo que me gusta tanto.

7 comentarios:

  1. Este ser tan odioso me recuerda al enano... Dios mío, qué cabecita misteriosa la tuya.

    ResponderEliminar
  2. "Me gusta, a pesar de estar último en la lista"

    Lo repito porque no se me ocurre nada más para comentar.

    ResponderEliminar
  3. Que bueno, me gustò eso de poner un disco imaginario, yo lo hago!, el mio es Closer de Joy Division.

    ResponderEliminar
  4. Ale: Qué enano? Ay, sí, es que ese pillo anda por todas partes. BESOS!

    Rubén: pero sos el amante de la chica del post! No es menor!!. Sentite halagado che!. Un abrazo.

    Marcelo: Qué discooooooooooooo. Coincidencia!. Un gusto que te pases. Saludos. :)

    ResponderEliminar
  5. "Dios mío, qué cabecita misteriosa la tuya" Creo que eso resume mis sensaciones. Eso y que escribís muy bien. Seguilo haciendo, por favor, algunos necesitamos leer cosas bien escritas. Saludossssssss.

    ResponderEliminar
  6. que chica con caracter! yo tambien escucharia sargent pepper en mi cabeza! Hernan Carreras me mando para aca y no me arrepiento de haber pasado. Saludos!

    ResponderEliminar
  7. Blopa: Gracias! :) Me alientan tus comentarios...sigo con el experimento. Besos!

    Aleta: Y sí...es un disco excepcional. Qué lindo que te pases y no te arrepientas....!!. Es buenísimo tu trabajo, lo vengo siguiendo hace rato. El mejor de los éxitos y seguimos hablando!.

    ResponderEliminar

Se dice de mi...