jueves, 14 de octubre de 2010

Canesú 33

Me volví pecaminosa desde que Snob me dejó. No tengo ningún prejuicio enlo que concierne al sexo así que probé de todo estos tiempos. Hoy veía en uninforme de Anabela Ascar (gran socióloga argentina) a una tal Yasmín declararsu trisexualidad. El problema siempre es la teoría, hasta el acto copulativorequiere de ciertos  conocimientos.  Y ahí es donde entro en conflicto porque, engeneral, me gustan los intelectuales. Estuve dos años con un ayudante decátedra, resentido y mal tipo. A sus 34, seguía con su cargo de semiología en elCBC y daba talleres particulares, a domicilio.  Lo típico: egresado de Letras con complejo deinferioridad que termina cagando a los alumnos en los parciales, por puroresentimiento. Paulino jamás pasó de sus cuentos publicados en el blog y, conel tiempo, se volvió impotente. Las primeras veces, pude hacer la vista gorda,  pero al año  la empecé a pasar muy mal y busqué entretenimiento.Todavía visito “El escriba bonaerense” y le dejo algún comentario, anónimo, porsupuesto, sólo para descargarme: “¡Eh puto te comiste una h!” “Hacete dar porCoehlo” y cosas así, de puro pendeja nomás. No sé qué era más triste de Paulino,su mediocridad, su pedantería o que no se le paraba la pija. Como sea, laexperiencia me sirvió. Sobre todo para reconocer mi paciencia angélica y averiguarque soy, más bien, del estilo conejil. Llegar a ese estado, requiere de algunostoques de audacia. No es “palo y a la bolsa”, no señor: hasta el acto mássencillo tiene su arte y complejidad. Y yo había aprendido bien, hasta quellegó Roberto y se pudrió todo, definitivamente. Fue una relación sórdida, queduró unos meses, poca cosa.  No llegamosa ser pareja, nos veíamos poco, nunca dormimos juntos. Para mí era un tipo máscon el que pasar el tiempo y no estar sola los domingos. Debí verla venircuando me regaló una cadenita de su madre.  Me la quedé porque era linda y de oro, ahorapienso que fui una egoísta de mierda. Era un aviso. Ricardo se metió hasta el tuétanoy cuando lo largué ya era tarde. La última imagen que tengo no es muynítida. Desperté en un hospital con el labio partido y la cabeza vendada. Peropor suerte, ahí estaba él. Precioso como siempre, bien vestido, elegante,dispuesto a cumplir mis fantasías. Ahora que volvimos voy a pedirle un deseo:que bajemos  en una cápsula  al centro de la tierra y no salgamos nunca más.







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