jueves, 25 de noviembre de 2010

Canesú 36 (escrito rápido.....quizás demasiado)



Es difícil desprenderse. Pero no queda otro remedio si una quiere preservarse. Todavía me golpea la frase en el cerebro: “Querete un poco ¿querés?”. La frase es de mi vieja y me la tiró ese día en la que nos reunimos a desayunar. Como tiene horarios complicados, siempre nos vemos de 7 a 9 de la mañana. Cuando lo hacemos, que es casi nunca. Un bar de Almagro, café con leche y medialunas, yo. Ella, una lágrima. Detesto el tono con el que dice: “Una lágrima, por favor”, poniendo un acento que nunca puedo imitar del todo bien pero que todos interpretan como exageración mía. La próxima la voy a grabar así se dan cuenta de una vez por todas lo hija de puta que es. Le empiezo a hablar de Snob, de lo superficial que es, de lo mandaparte y promiscuo que está últimamente. Y ya me sale con eso de “vos siempre buscándole la quinta pata a todo”. Siempre lo mismo, se enciende un pucho, viene el mozo, le dice que allí no se puede fumar. Y mi madre empieza su numerito. Siempre igual: el tipo le  explica, ella se hace la desentendida: “¿pero qué ley? ¿dónde se vio eso? ¡mi hija y yo somos clientas! ¡no me salgan con cosas nuevas ahora que estoy grande! ” y sigue el cacareo. Al final, cede y apaga el pucho porque nos están a punto de echar. El mozo nos atiende de mala gana, me hace caras de complicidad como diciendo “qué vieja loca”. Y yo por culpa y vergüenza ajena, le dejo buena propina. Y siempre volvemos. Lo que más me duele de toda esa escena es que soy consciente que lo hace para ganar tiempo y pasar menos rato conmigo. Vuelve: “¿En qué estábamos, querida?”. Ya ni me dan ganas de contarle, pero total, para qué vine: “lo dejé”. Y con esa mirada que me rebaja y juzga ya lo dice todo: “ay ay ay….vos siempre igual, ¿mirá que sos difícil, eh? Y ya no sos una nena”. Lo que puedo traducir como “te vas a quedar sola”. Se encarga de dejar claro que los años se me vienen encima y que ya no estoy tan buena como antes.  No sé por qué carajo insisto en estos desayunos cuando ni siquiera es ella la que los propone. Cada tanto la infancia me da nostalgia (porque tengo que aclarar que esa época fui muy feliz) y vuelvo a probar suerte. A ver si alguna vez, recupero algo. Un día se me   van a borrar los recuerdos. La mirada es, sobre todo, lo que más me hiere. Sus ojos no sólo son ajenos y lejanos sino que tiene ese tipo de mirada que evitaría en cualquier otra situación. Ya te acusa, antes que abras la boca. “Vieja, lo dejé porque me tiene harta”. Quedó claro que no podía ir a su casa, porque ella necesita intimidad. Acordamos que me iba a ayudar con el alquiler. Hice negocio. Cuando volví al departamento él estaba tirado en la cama, boca arriba, mirando al techo. Ido. Y como si intuyera todo: “Necesito un cambio”.  Me acuesto encima de él, me lo cojo y no lo puedo reprimir más: “Me odias”. Y contesta: “Sí”. Nos quedamos dormidos, o lloramos toda la noche, no sé. Recién al otro día, me deshice de su cuerpo. 

jueves, 11 de noviembre de 2010

Suave Canesú 35


Me comí hasta el tuétano de las uñas. Por suerte, paré en el momento exacto en el que la sangre empezaba a brotar y a mezclarse con la mugre de los dedos. ¡Él es tan predecible! Carece de sutileza, estilo y charm. Es decir, todo lo imprescindible para ser un buen snob. El idiota se reúne con sus amigos aduladores y mediocres para escuchar música étnica, tomar vinos caros  e inhalar merca comprada por delivery a una pobre boliviana. La mina se recorre todo el conurbano para llevarle dos bolsitas a esta manga de nabos que encima, son tan berretas, que fingen pagarle el taxi cuando saben que vino en bondi. Tiene todos los clichés y me quedo corta. Su psicoanalista es de obra social, le cobra cincuenta pesos y la sesión dura cuarenta minutos. Encima, el nabo le mira las tetas a la pobre pendeja recién recibida. El pobrecito hace alarde de que lo atiende un prestigioso intelectual lacaniano y que “no importa lo que cuesta porque es dinero bien invertido”. Sigue hablando de arte conceptual, de estética minimalista y de deconstructivismo sin darse cuenta que está pasadísimo de moda. Las suscripciones a revistas lo pintan de cuerpo entero: Barcelona, La Mujer de mi vida, Planeta Joy, El Dipló, Ohlalá, Vogue y la Fierro (para no ser tan obvio). Ninguna extranjera, porque no le alcanza. Snob es la clase de persona que puede hacer comentarios como “Los Beatles están sobrevalorados” y quedar impune después de eso. Yo no sé mucho de música, pero tengo buen oído. Y buen gusto, sobre todo. No tolero cuando dice: “Sólo se salva el bonus track”, “tengo el vinilo, lo encontré en un mercado de Londres hace unos años”, “los géneros no existen” y bla bla bla. Da asco. Cuando se junta con sus amigos gays a hablar del calentamiento global, de la cábala, de arquitectura y de comida marroquí me dan ganas de vomitar. Es vegetariano “por épocas” y sólo cuando le da el cuero compra vodka caro. Hace meses que tiene un Grey Goose (el de la botella transparente, con gansos) en la vitrina y en la heladera hay dos botellas de Dr. Lemon y una piña colada American Club. Es tan pero tan gil que muere de deseo por tener un “buen nombre”. Siempre lo menciona “no es lo mismo llamarte François Truffaut que Tim Burton”. Discutimos horas por eso. Y no lo entiende, para Snob los nombres son marcas: “Rafael Spregelburd tiene más fama que Federico León porque garpa más”. No es lo mismo decir “Me gusta Rainer Wender Fassbinder que “me gusta el cine de Pedro Almodóvar”. Para él apellidos como “Mozart” o “Beethoven” se popularizaron porque son fáciles de pronunciar. Las últimas semanas estuve pensando seriamente en asesinarlo. Lo único que me detiene es ustedes que, todavía, lo siguen queriendo a pesar de todo. ¿Qué más quieren que les cuente? ¿Qué se saca los mocos mientras toma sake?

sábado, 6 de noviembre de 2010

Suave Canesú 34

Un yo, que no soy Yo.


Nos volvimos a mudar juntos con la ilusión de que esta vez, funcione. Al salir del hospital, Snob me esperaba apoyado en un taxi: debí advertir a tiempo esa mirada cargada de odio. 

Me tiró: "Te quedan horribles esas vendas", le hice fuck you y durante  el trayecto "a casa" no volvimos a cruzar palabra.


Tardé un par de meses en acomodarme a la nueva situación. Este departamento de 47 metros cuadrados no me sienta muy bien. No tiene balcón, es super oscuro, hay humedad y en la única ventana, se asentó un nido de palomas. Snob dice que son sus mascotas, las alimenta adrede, es repulsivo. La única ventaja es que durante los años de "divorcio", juntó unos mangos como taxi boy. La guita le alcanzó para comprar esta mierda, pero no puedo quejarme. Estoy viviendo de arriba y no tengo dónde caerme muerta. Como no cojemos, se hace el enfermero conmigo y me dice que cuando consiga un trabajo y esté bien de la cabeza, "ya me puedo ir", lo único divertido que compartimos es el voyeurismo. Empezó como hobby, pero ahora ya estamos bien entrenados. Tardé en darme cuenta que lo de las palomas es una táctica distractiva. Es insoportable convivir con el arrullo y el excremento de los bichos pero sirven para  tapar el telescopio desplegable. Como el departamento es lateral, le vemos hasta los pelos encarnados. Entre tantas palomas, la mina ni se da cuenta que sentados en dos banquitos bajos, a la misma hora y todos los días, la observan dos degenerados. De la función, lo que me molesta es que, a veces, Snob se hace la paja mientras cenamos y miramos a la vecina. Pero qué le voy a decir, si es su casa. Empecé a buscar laburo como actriz. Me muero de vergüenza pero no voy a parar hasta que me den, aunque sea, un viático. Él  no me apoya, y en ningún sentido. Ya lo dije. Me provoca para hacerme enojar. El otro día le dije que fui a casting para una tira del 13, me dice "Castinggg...a ver, ¿a qué me suena? Castigo!" y se cagó de risa. Lo mismo ayer, adelante de todos nuestros amigos: "Por ahí me dan un bolo en Malparida". Y el pelotudo sale con ese chiste fácil: "Bolo fecal te van a dar a vos". Por suerte estaba Santiago presente y lo puso en vereda. Hace rato que me tira onda, pero somos muy amigos y no la quiero arruinar. Además, estuvo antes con Snob y no quiero darle una excusa para seguir rebajándome. Me tiene harta. Él o las palomas...